
Los ciclos agrícolas marcan definitivamente el ingreso de divisas frescas a la economía argentina, ya que tradicionalmente entre diciembre y marzo ingresan los dólares de la cosecha de trigo y a partir de abril es el plato fuerte con la cosecha de soja, fundamentalmente, y maíz en menor medida. Este año el cambio rotundo se sintió en primer término porque la cosecha de trigo cayó, producto de la sequía, nada menos que el 50%, así el país tuvo menor saldo exportable y eso se siente actualmente en la liquidación de las empresas del sector.
En tanto, en lo que respecta al grano disponible de soja de la campaña 2021/22, luego de las dos ediciones del denominado Dólar soja, emitidas en septiembre y noviembre del año pasado, la realidad demuestra que está prácticamente frenada, mientras la declaración de embarques de granos al exterior tampoco despega. De una cosecha de 43,3 millones de toneladas quedan aún por venderse 7,8 millones de toneladas, pero lo cierto es que las ventas son más que escasas, ya que durante toda la semana pasada en el mercado se movieron apenas 56.000 toneladas.
Los productores que aún tienen soja de la campaña pasada la conservan como refugio de valor teniendo en cuenta además que el incremento de la brecha entre el dólar oficial y los paralelos se mantiene por encima del 80% y eso también desalienta las decisiones de comercialización ya que los agricultores reciben el precio convertido a dólar oficial menos 33% de retenciones.Hacia adelante, según resuena fuerte en el sector, el Gobierno echaría mano nuevamente a un tipo de cambio diferencial no solo para que ingresen en el corto plazo esos 7,8 millones de toneladas de la campaña pasada sino también la soja de la nueva campaña. Hasta el momento, con la sequía que no da tregua, es muy difícil cuantificar hasta dónde llegarán los recortes productivos, pero lo cierto es que ya se sabe que habrá menor disponibilidad de dólares durante este 2023.
Es por eso que febrero será un mes clave, porque el Gobierno tendrá que lidiar todavía con menos divisas y a la par se podrá obtener un panorama más certero respecto al impacto de la sequía en la próxima cosecha de soja y maíz. Así las cosas, se vienen semanas de definiciones en las que el equipo económico evaluaría pros y contras de lanzar una nueva edición del Dólar Soja, pero sobre todo entendiendo que será un año complejo en el que las próximas elecciones presidenciales también pesan en la decisión de venta por parte de los productores. Un cóctel complejo y que definirá el rumbo económico de este año.